Agua dulce: la desalinización como alternativa en Chile

“Es evidente que no hay mucho donde escoger hoy en día en Chile: o traemos agua desde el sur por carreteras hídricas o sacamos estos volúmenes desde el océano”.

 

 

 

 

Por: Sergio Cárdenas, Académico de la Escuela de Ingeniería, UCEN

Reporte Sostenible, 6 de abril, 2020

La escasez hídrica que atraviesa el país tiene un futuro sombrío.  Somos testigos casi inertes de cómo el cambio climático empeora la situación, mientras la población sigue en aumento, por lo que hay un requerimiento de agua dulce mucho mayor que antes. Todo esto nos hace cuestionar de donde vamos a sacar el vital líquido que vamos a necesitar.  Si miramos bien a nuestro alrededor, nos daremos cuenta que estamos rodeados de cuerpos hídricos. Tenemos enormes extensiones de costa, adicionalmente es mucha la cantidad de agua que sale de nuestras casas desde duchas y cocinas, de procesos industriales o lo que no se utiliza en nuestros campos. 


La necesidad de agua dulce tanto para salud, como para consumo particular y la mayoría de nuestros procesos productivos, es una discusión que viene en vertiginoso aumento desde hace varios años. El agua para beber y para cocinar es en realidad una parte muye pequeña de lo que ocupamos, la mayor cantidad de agua se utiliza en sectores productivos, sector agropecuario, sector minero, sector manufacturero en alimentación y con el crecimiento del país, desde luego, aumenta el consumo de agua dulce. Todo lo anterior implica que necesitamos de este recurso en altos volúmenes los cuales actualmente solo los encontramos en el mar o en las regiones más sureñas de nuestro país.


Entendiendo lo anterior, es evidente que no hay mucho donde escoger hoy en día en Chile: o traemos agua desde el sur por carreteras hídricas o sacamos estos volúmenes desde el océano. Nuestra ventaja es la gran costa que tenemos y cercanía de cada punto de nuestro país con la costa. Es decir, desde la costa no hay más de 300 kilómetros hasta la parte más alejada del mar por lo que el transporte de agua desalinizada no es tan difícil. La segunda gran ventaja, es el tremendo potencial en materia de energías renovables, ya que este es el principal insumo para lograr desalinizar el agua y luego transportarla al país por tuberías, por lo que podríamos tener mucho volumen por un precio no tan alto. 


Asimismo, por la gran longitud costera, tenemos muchos puntos desde donde extraer agua y su canalización no es tan gigante ya que puede trabajarse por bloques, es decir, abastecer cierto bloque transversal del país con agua cercana, una oportunidad de mucha relevancia. Por otra parte, el constante aumento que hemos tenido en la cantidad de agua de los océanos, principalmente por el descongelamiento de los glaciares y polos, implica que, si tomamos agua desde acá, no deberíamos estar causando un trastorno general tan grande a los océanos. De alguna manera, al aumentar el agua de los océanos, también disminuye la concentración de sales, por lo que, al desalinizar cierta cantidad de agua, la sal que extraemos, debemos devolverla a los océanos y al hacer esto estamos aumentando la salinidad, pero por otro lado, el derretimiento de los polos está aumentando el agua dulce que entra en los océanos, por lo que la entrada de sal no debería generar un cambio apreciable a nivel general en los océanos. 

Indudablemente existen desventajas en este método y una de ellas tiene que ver con el costo por infraestructura, tuberías desde la costa al resto del país y en energía ya que es un proceso que requiere de mucha para que funcione. Otra desventaja, es que cuando se toma cierto volumen de agua de mar para desalinizar, una parte queda como agua baja en sal, pero la otra resulta con toda la sal extraída, y esta se debe devolver al mar. La zona donde entra esta agua con alta concentración de sal, tiene posibilidades de daño en el ecosistema inmediato y debe ser muy estudiado para disminuir al máximo los efectos negativos: una posibilidad es devolver esta agua salada en diferentes puntos de retorno, disminuyendo el efecto negativo.


El futuro en Chile, apunta al aumento del agua desalinizada para uso industrial y agrícola. De hecho, hasta hace poco se evaluaba a nivel gubernamental el cómo potenciar esta tecnología, probablemente con ciertos incentivos. No es menor que, a diferencia del agua que proviene de la cordillera o de depósitos subterráneos (que caen dentro de la polémica de quien es el propietario), el agua desalinizada es agua dulce completamente creada por alguien y es imperioso discutir qué pasará si nuestra matriz hídrica se basa en este tipo de agua que asegure la generación constante a todos los habitantes del país.