María Trinidad Castro, directora ejecutiva de WEC Chile.
OPINIÓN
“Las mujeres somos agentes activos en la construcción de un entorno laboral más equitativo y vibrante, un paso crucial hacia un futuro donde el talento no conoce género”.
Las mujeres hemos contribuido al desarrollo del sector energético chileno. Qué duda cabe. No obstante, aún persisten barreras en un sistema principalmente dominado por hombres, limitaciones que muchas veces son autoimpuestas.
Constanza es una amiga ingeniera con mucha experiencia. Terminó siendo nombrada líder de un ambicioso proyecto de su empresa, anuncio que se realizó en una sala en la que solo había hombres. En ese momento, Constanza pasó de la felicidad al miedo. En su cabeza se empezó a cuestionar si tenía las competencias necesarias para tal desafío. El “Síndrome del Impostor” se hacía presente.
La autoevaluación puede ser un método valioso en los casos en que la autoestima afecte el resultado. Las mujeres en el campo de la energía tenemos que reconocer nuestro valor y el conjunto de habilidades con las que contamos, tales como encontrar soluciones innovadoras a problemas técnicos y liderar hábilmente grupos de trabajo. El desafío radica en dejar atrás las dudas autoimpuestas y reconocer el valor intrínseco que llevamos, contribuyendo al progreso y la diversificación del sector. Es decir, “creernos el cuento”.
La industria energética necesita liderazgos diversos y las mujeres debemos reconocer que nuestra singularidad es un activo valioso que enriquece las relaciones laborales y contribuye a un entorno más equitativo y resiliente.
La formación continua es una vía esencial para cultivar y consolidar las competencias. La actualización constante de conocimientos, la participación en programas de desarrollo profesional y la búsqueda proactiva de oportunidades de crecimiento, son esenciales para reafirmar el potencial de las mujeres en cualquier industria. Al invertir en el desarrollo, no solo nos beneficiamos individualmente, sino que también elevamos el estándar de excelencia para todo el sector, en este caso, energético.
La autovaloración no solo es un proceso personal, sino que es un impulso para la transformación cultural en la industria energética chilena. Reconocernos y destacar el aporte de las mujeres en nuestra industria no solo mejora la representación, sino que también redefine las percepciones arraigadas.
Las mujeres somos agentes activos en la construcción de un entorno laboral más equitativo y vibrante, un paso crucial hacia un futuro donde el talento no conoce género.
Nuestro sistema energético tiene un desafío tan grande en esto que denominamos como transición energética, que necesita del talento de todas las personas sin distinción.
Colaboración de:
María Trinidad Castro
Directora Ejecutiva de WEC Chile
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