La iniciativa FuelEU Maritime de la Comisión Europea, pretende incentivar su uso como combustible alternativo sostenible, reduciendo los obstáculos del mercado que impiden su utilización y promoviendo opciones técnicas listas para el mercado.
El transporte marítimo tiene una importancia capital en el mundo actual. El 80% de las mercancías se mueven por vía marítima, así que el comercio y las economías mundiales dependen directamente de este sector. Por tanto, es necesario protegerlo e incluso incentivarlo pero para ello es indispensable avanzar hacia su descarbonización, ya que actualmente el transporte supone una cuarta parte de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de la UE.
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Las emisiones de gases de efecto invernadero no paran de crecer en el transporte marítimo y se prevé que podrían ser un 130% más altas que las de 2008 para el año 2050, si no se toman medidas; un dato que choca con los objetivos fijados. La Unión Europea, por ejemplo, necesita reducir las emisiones del transporte un 90% —incluyendo todos los tipos— para conseguir sus objetivos de neutralidad climática.
El reto de descarbonizar la movilidad marítima
El transporte es un sector difícil de descarbonizar. Y aunque el marítimo contribuye en menor medida a la generación de gases de efecto invernadero que el transporte por carretera o el aéreo, sigue suponiendo un 14% de las emisiones. Reducir esta cifra depende de diversos factores en los que ya se está trabajando:
· Financiación pública para apoyar tecnologías innovadoras y cuyo despliegue necesita de importantes inversiones.
· Desarrollo de un marco regulatorio que facilite la descarbonización.
· Contratación pública como una palanca de cambio que acelere la transición.
· Apuesta por la diversificación, desarrollando modelos complementarios que reduzcan los riesgos y aceleren el cambio. Por ejemplo, el hidrógeno verde para el transporte a alta velocidad y el amoniaco para largas distancias.
· Primeros pasos de una transición más sencilla (por ejemplo, transformando las flotas de corta distancia), para después abordar los retos más complejos (como las flotas de alta mar).
No es algo sencillo de materializar, sobre todo teniendo en cuenta que el despliegue de tecnologías de propulsión limpias para el transporte marítimo requiere de inversiones globales de 1 billón de dólares según la Asociación de Navieros Españoles. Pero a cambio no solo se producirá una importante reducción de emisiones (con todas sus ventajas asociadas), sino que se abrirá una gran oportunidad industrial, tecnológica y financiera.
La Unión Europea ya ha tomado cartas en el asunto y en los objetivos del plan Fit for 55 insta a los países miembros a presentar planes para la descarbonización del sector antes de 2024.
Una alternativa para un transporte más verde
En los próximos años se prevé un auge del transporte marítimo, por lo que instituciones como el Parlamento Europeo están promoviendo medidas para evitar que suponga un problema para la emergencia climática.
Entre ellas, la eliminación de combustibles pesados de forma paulatina mediante incentivos (como desarrollo de infraestructuras, beneficios fiscales o contratación pública “verde”), digitalización de los puertos (mantenimiento predictivo, asistencia remota, seguimiento de activos, vehículos autónomos…), regulación de accesos a buques altamente contaminantes y fomento de la innovación, entre otros. También se contempla un plan de despliegue de infraestructura de combustibles alternativos en los puertos marítimos, en concreto para la electricidad y el hidrógeno.
En cuanto a la reducción de emisiones por parte de las embarcaciones, principalmente los buques, existen diferentes opciones. Desde el aumento de la eficiencia de los motores hasta la reducción de velocidades de navegación, pasando por el cambio de combustibles empleados.
La electrificación sólo es una solución para aquellos buques que realizan trayectos cortos y recurrentes entre dos puntos concretos, donde se asegure que se dispone de infraestructura de carga. Sin embargo, los gases renovables como el bioGNL también se presentan como una posible solución, ya que tienen gran capacidad de abatimiento (capacidad de reducir emisiones) y otras ventajas frente a la electrificación.
Por su parte, el hidrógeno, como tecnología incipiente, es aún un sistema costoso si lo comparamos con los derivados del petróleo que utilizan el 96 % de los buques mercantes. Se requiere de importantes inversiones en infraestructura (tanto buques como instalaciones portuarias) para cambiar el modelo centrado en el petróleo; pero se considera una de las principales esperanzas para la total descarbonización del sector.
Por ello, iniciativas como la Estrategia Europea del Hidrógeno son tan importantes. En el marco del transporte marítimo, de forma más concreta, la iniciativa FuelEU Maritime de la Comisión Europea pretende incentivar su uso como combustible alternativo sostenible reduciendo los obstáculos del mercado que impiden su utilización y promoviendo opciones técnicas listas para el mercado.
También existen otras iniciativas como Net Zero hive, impulsada por Enagás y Puertos del Estado, cuyo objetivo es dinamizar el uso de las infraestructuras actuales de los puertos para la utilización de las fuentes energéticas del futuro. Se persigue adaptar las instalaciones del área de influencia portuario y de las terminales de compañías energéticas que se encuentran en los puertos españoles para la producción de combustibles bajos en carbono como el hidrógeno, el bioGNL o el metano sintético.
Pero, ¿por qué el hidrógeno es atractivo para el transporte marítimo? Podemos citar los tres principales motivos que señalan los expertos:
· Ofrece una solución para operaciones que requieren mucha energía (alto tonelaje y/o largo alcance), donde las baterías no pueden llegar.
· Su utilización no tiene ningún tipo de emisión y, en el caso del hidrógeno verde, tampoco su generación.
· Se trata de una tecnología probada. La creación de una cadena logística eficiente que facilite su producción en altos volúmenes permitirá que sea un combustible competitivo.
El hidrógeno como combustible cero emisiones para el transporte marítimo se plantea todavía como un escenario lejano; pero muy prometedor, como demuestran proyectos como el ferry de hidrógeno sin emisiones de Norled (Noruega) o el buque eléctrico Ulstein SX190.
Será necesario seguir apostando por la investigación e innovación para conseguir dar con combustibles alternativos que sean sostenibles por sus bajas o cero emisiones. El futuro del sector del transporte marítimo pasa por su descarbonización para que su desarrollo no suponga un lastre para los objetivos climáticos.
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