Mark Minneboo, director de Fundación Conexión Natural
OPINIÓN
“No podemos abordar la contaminación del aire sin abordar el diseño urbano, ni solucionar el problema del plástico sin cambiar la cultura de consumo. La única forma de avanzar es con soluciones que integren de raíz la naturaleza en cada aspecto de nuestra vida y cadena productiva, rompiendo los silos de la política, los negocios y la conservación aislada”.
Hoy, en el Día Nacional del Medio Ambiente, mi mente viaja a un paisaje prístino que tuve la suerte de visitar hace un año: el Parque Tantauco en Chiloé. Recuerdo la conversación clave que tuve allí, junto a Damián Valdés, donde la pregunta fue inevitable: ¿De qué sirve mantener un rincón del planeta casi virgen si, fuera de sus límites, la sociedad está completamente desconectada y destruyendo todo?
Esta no es una crítica a la existencia de nuestros parques —que son refugios vitales— sino al paradigma de la conservación aislada. Hemos cultivado la ilusión de que el "medio ambiente" es un hermoso tercero, ajeno a nosotros, que podemos proteger mediante cercas y leyes, mientras el resto de nuestro sistema productivo y social opera bajo una lógica de descarte y destrucción.
“El problema es que ese veneno no se va, y definitivamente no es un
problema solo de la naturaleza, donde va a dar; sino que vuelve a nosotros, regresando como micro y nano plásticos a nuestros cuerpos”
La ciencia ya no nos permite ignorar esta contradicción. Estudios como el del profesor Miles Richardson de la Universidad de Derby confirman que nuestra conexión con la naturaleza ha disminuido en más del 60% en los últimos 200 años. Esta falta de conexión nos ha convencido de que podemos envenenar el planeta con plástico, por ejemplo, sin consecuencias directas. El problema es que ese veneno no se va, y definitivamente no es un problema solo de la naturaleza, donde va a dar; sino que vuelve a nosotros, regresando como micro y nano plásticos a nuestros cuerpos. No hay un "afuera" que salvar; la contaminación es un boomerang que pasa por el sistema de este planeta, hasta que termina en su origen: nosotros.
“No podemos abordar la contaminación del aire sin abordar el diseño
urbano, ni solucionar el problema del plástico sin cambiar la cultura de
consumo”
Necesitamos urgentemente una visión y un plan sistémico para la sociedad. Las soluciones ambientales fragmentadas ya no son suficientemente fuertes. Es vital reconocer que todo está intrínsicamente conectado: la salud de la naturaleza, la salud humana y la resiliencia económica. No podemos abordar la contaminación del aire sin abordar el diseño urbano, ni solucionar el problema del plástico sin cambiar la cultura de consumo. La única forma de avanzar es con soluciones que integren de raíz la naturaleza en cada aspecto de nuestra vida y cadena productiva, rompiendo los silos de la política, los negocios y la conservación aislada.
“La educación debe ocurrir en todo momento y en todo lugar: en las familias,
en el diseño de las ciudades, en los medios de comunicación y en la acción comunitaria”
El primer gran pilar de este cambio sistémico es la educación. No podemos limitarla a enseñar solo sobre ecosistemas o reciclaje en el currículum escolar. El cambio cultural no sucede con una simple campaña de concientización de una semana o un folleto informativo. Lo que se requiere es una educación continua y en todo espacio.
La educación debe ocurrir en todo momento y en todo lugar: en las familias, en el diseño de las ciudades (con más espacios verdes accesibles), en los medios de comunicación y en la acción comunitaria. Desde la primera infancia, debemos fomentar una Educación Circular que nos ayude a reencantarnos con la naturaleza, utilizándola como motor de la Co-creación y Regeneración. Solo a través de este proceso de aprendizaje constante podemos transformar problemas complejos en inspiración tangible y demostrar que las soluciones están disponibles libremente en nuestro entorno.
Desde Fundación Conexión Natural, nuestro objetivo es romper con esta mentalidad de aislamiento. La meta no es solo proteger las áreas de alto valor, sino equilibrar la integración de la naturaleza en la sociedad.
Si logramos esa coexistencia profunda, si entendemos que dañar el planeta es dañarnos a nosotros mismos, la protección ambiental dejará de ser una costosa tarea delegada a unos pocos y se convertirá en una responsabilidad natural de todos. Dejemos de depender de los límites de un parque y hagamos de cada espacio que habitamos un reflejo de conexión.
Colaboración de:
Mark Minneboo, director de Fundación Conexión Natural
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