Construir sin destruir: desafíos técnicos y económicos de la transición circular

Erwin Plett, director de la Cámara Internacional del Litio

OPINIÓN

“La construcción circular y descarbonizada es un imperativo ambiental y un cambio en cómo se diseñan, financian y ejecutan las obras. Su éxito dependerá de normar y estandarizar seguridad técnica, incentivos que garanticen viabilidad económica y desplegar redes logísticas e informáticas que permitan escalar”.

 

Por Erwin Plett, director de la Cámara Internacional del Litio

La economía circular también debe aplicarse a la construcción, integrando las necesidades de la sociedad con las de empresas e individuos. Lo barato para uno puede ser muy costoso para todos (la sociedad). Hoy, los gastos derivados de emisiones y residuos los paga la sociedad, o sea, “el que contamina no paga”. Cambiar conductas requiere dos mecanismos probados: la zanahoria y el garrote.

En el seminario “Transitando hacia una construcción circular y descarbonizada en Chile”, organizado por Fundación Chile junto al Ministerio del Medio Ambiente, PNUMA y con financiamiento del GEF, se reafirmó que el sector construcción es decisivo frente a la crisis climática. El reto va más allá de reciclar escombros: implica rediseñar todo el ciclo de materiales, procesos y modelos de negocio para que deje de ser una de las mayores fuentes de emisiones y residuos.

 

“El reto va más allá de reciclar escombros: implica rediseñar todo el ciclo

de materiales, procesos y modelos de negocio”

 

Chile genera más de 7 millones de toneladas anuales de residuos de edificaciones autorizadas —tres veces el volumen del cerro Santa Lucía en el centro de Santiago—, de las cuales entre 90% y 95% podrían valorizarse con una gestión adecuada. Además, el sector podría reducir más del 20% de las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero. Llevarlo a la práctica, sin embargo, exige superar barreras técnicas y económicas.

 

“Chile genera más de 7 millones de toneladas anuales de residuos de

edificaciones autorizadas”

 

En lo técnico, falta un estándar unificado para materiales circulares. Sin fichas técnicas, protocolos y certificaciones reconocidas, resulta difícil que profesionales adopten hormigones reciclados, maderas regenerativas o asfaltos recuperados. Esta carencia también debilita la competitividad de proveedores locales frente a productos importados con normas internacionales. La trazabilidad de materiales es otro desafío. Seguir digitalmente cada componente desde su origen hasta su segunda o tercera vida útil requiere plataformas interoperables, capacitación y conexión con registros públicos y privados. Tecnologías como block chain serán de gran ayuda. Sin trazabilidad, la circularidad no puede medirse ni certificarse.

 

“La circularidad favorece contratos de arriendo de materiales, mantenimiento prolongado y valorización de activos al final de su vida útil”

 

En lo económico, el freno central es el costo inicial. Materiales reciclados o de bajo carbono suelen ser más caros al inicio, aunque más costo-eficientes en el ciclo completo. Esto obliga a contar con “zanahorias” como créditos verdes, garantías de desempeño, subsidios temporales y esquemas de “pago por impacto” que valoren el ahorro ambiental. Sin estas herramientas, la inercia llevará a preferir opciones lineales más baratas a corto plazo. Los modelos de negocio también deben cambiar. La circularidad favorece contratos de arriendo de materiales, mantenimiento prolongado y valorización de activos al final de su vida útil. Esto exige que inversionistas, aseguradoras y bancos evalúen proyectos por desempeño global, no solo por costo inicial.

 

La planificación territorial influye directamente en los costos: concentrar plantas de valorización en pocas zonas encarece transporte y logística. Se necesitan redes descentralizadas de procesamiento y logística inversa, una oportunidad para pymes y cooperativas locales que requiere coordinación público-privada e inversión semilla.

 

“La construcción circular y descarbonizada es un imperativo ambiental

y un cambio estructural en cómo se diseñan, financian y ejecutan las obras”

 

Los programas piloto —pavimentos circulares, certificación de madera sostenible, análisis de ciclo de vida— funcionarán como laboratorios de viabilidad técnica y económica. Sin métricas claras y resultados comparables, será difícil convencer a la banca y a los grandes desarrolladores. Tecnologías como la prefabricación industrial apuntan en la dirección correcta: obras más rápidas, eficientes y con menor impacto ambiental.

 

En síntesis, la construcción circular y descarbonizada es un imperativo ambiental y un cambio estructural en cómo se diseñan, financian y ejecutan las obras. Su éxito dependerá de a) normar y estandarizar para dar seguridad técnica, b) crear incentivos que garanticen viabilidad económica y c) desplegar redes logísticas e informáticas que permitan escalar. Para salvaguardar los intereses de la sociedad, espero que no sea necesario el “garrote” por la vía legislativa. El potencial es enorme: ahora se trata de construir no solo edificios, sino el mercado y la infraestructura para habitarlos sin hipotecar el futuro.

Colaboración de:

Erwin Plett, experto, socio-gerente de Low Carbon Chile, consejero nacional del Colegio de Ingenieros de Chile A.G.; director de la Cámara Internacional del Litio.

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