“En Chile, el Ministerio de Energía proyecta que la capacidad solar instalada superará los 13 GW hacia 2030 lo que implica un aumento sostenido en la incorporación de paneles fotovoltaicos, con una vida útil promedio de 20 a
25 años”
Para dimensionarlo: la Agencia Internacional de Energía estima que la demanda global de minerales críticos se multiplicará por 4 a 6 veces al año 2040. En Chile, el Ministerio de Energía proyecta que la capacidad solar instalada superará los 13 GW hacia 2030, lo que implica un aumento sostenido en la incorporación de paneles fotovoltaicos, con una vida útil promedio de 20 a 25 años. Esto derivará en cerca de 30 mil toneladas anuales de residuos de paneles a partir de 2035 si no se implementan estrategias de circularidad tempranas.
“Los proyectos de baterías BESS en carpeta superan los 4,5 GWh, y se prevé
que hacia 2030 Chile instale entre 40 y 60 mil toneladas de baterías de litio anuales”
Lo mismo ocurrirá con los sistemas de almacenamiento. Según cifras del Coordinador Eléctrico Nacional, los proyectos de baterías BESS en carpeta superan los 4,5 GWh, y se prevé que hacia 2030 Chile instale entre 40 y 60 mil toneladas de baterías de litio anuales. Sin procesos de remanufactura, reutilización y reciclaje locales, este flujo se convertirá en un pasivo ambiental y logístico de gran escala.
“En Chile, la Hoja de Ruta 2040 del Ministerio del Medio Ambiente ya plantea
que la circularidad podría generar más de 180 mil empleos directos”
La economía circular ofrece una alternativa estratégica. Estudios de la Unión Europea muestran que aplicar principios circulares en sectores energéticos puede reducir hasta un 45% los costos de materiales en sistemas de almacenamiento y hasta un 35% en componentes fotovoltaicos. En Chile, la Hoja de Ruta 2040 del Ministerio del Medio Ambiente ya plantea que la circularidad podría generar más de 180 mil empleos directos; integrar al sector energético en este marco no solo fortalece la sostenibilidad ambiental, sino que también abre oportunidades industriales y tecnológicas de alto valor.
Por eso, la nueva Hoja de Ruta del Ministerio de Energía es más que un documento: es una oportunidad para anticipar impactos, ordenar flujos materiales, fortalecer capacidades regionales y estimular innovación. Para que sea efectiva, debe incluir metas cuantificables —por ejemplo, tasas mínimas de recuperación o de reacondicionamiento de baterías—, sistemas de trazabilidad obligatorios y una articulación clara con las metas de descarbonización y los instrumentos regulatorios existentes.
Las regiones productivas, especialmente aquellas vinculadas a la minería y a la generación renovable, deben estar en el centro de la discusión. Son ellas quienes enfrentarán los mayores desafíos y las mayores oportunidades. Integrar su conocimiento y capacidades permitirá diseñar soluciones que no solo reduzcan impactos, sino que impulsen nuevos polos tecnológicos asociados al reúso, la remanufactura y la recuperación de materiales críticos.
La discusión recién comienza. Que se traduzca en una estrategia transformadora dependerá de la participación informada, la transparencia del proceso y el compromiso con decisiones basadas en evidencia. Chile tiene la oportunidad real de convertirse en un referente regional en circularidad energética; no debemos desaprovecharla.
