Nueva normativa de olores: el primer paso de muchos

“Actualmente, también se está evaluando normar la emisión de olores en otros rubros, como en plantas procesadoras de recursos hidrobiológicos, de tratamiento de aguas servidas, de celulosa y de disposición final de residuos, consideradas entre los grandes emisores de olor junto a otros sectores que esperamos puedan incorporarse pronto a la lista en estudio”.



Héctor Guzmán

Senior Business Developer de Serpram, empresa SUEZ

Desde hace un par de años, la autoridad medioambiental ha desarrollado una serie de iniciativas para generar una normativa que permita, por un lado, que las empresas tengan reglas claras para su desarrollo y, por otro, proteger a las comunidades del impacto que generan algunas de las etapas productivas de industrias instaladas en el entorno.


En este proceso, la reciente publicación del anteproyecto de la Norma de Emisión de Contaminantes en Planteles Porcinos, la primera de su tipo en Chile, es sin duda un importante avance, particularmente para la Región Metropolitana y la Región del Libertador Bernardo O´Higgins, que concentran más del 70% de los planteles de producción de cerdo a nivel nacional.

Esta iniciativa es el primer paso de muchos más. Actualmente, también se está evaluando normar la emisión de olores en otros rubros, como en plantas procesadoras de recursos hidrobiológicos, de tratamiento de aguas servidas, de celulosa y de disposición final de residuos, consideradas entre los grandes emisores de olor junto a otros sectores que esperamos puedan incorporarse pronto a la lista en estudio.


Esto cobra especial relevancia, si se consideran los efectos que la contaminación ambiental por olores puede tener. Algunas comunidades expuestas en forma frecuente a situaciones como esta, han reportado síntomas físicos tales como dolores de cabeza, náuseas, irritación de las mucosidades e, incluso, molestias gástricas. Pero, sin duda, el principal problema para la gran mayoría es estar expuestos a olores molestos o desagradables en sus hogares, con el impacto que significa para su salud mental y su calidad de vida en general. A esto, hay que sumar otras consecuencias como la estigmatización social de quienes viven en ese sector y, en casos extremos, un daño económico por la devaluación de las propiedades.


El aporte de esta normativa va precisamente en este sentido, dado que pone límites de emisión, además de integrar prácticas operacionales, planes de prevención, procesos de verificación de cumplimiento y otros aspectos que permitirán evaluar el comportamiento de las empresas en el tiempo, y fortalecer el control y gestión en esta materia. 

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No obstante, es importante destacar que, para obtener resultados satisfactorios, se debe tener presente que la contaminación por olor es un problema multifactorial, que depende de diversas variables como la interacción de los procesos al interior de las empresas, las condiciones meteorológicas, la geografía de la zona, entre otras. Por eso, al momento de abordar este fenómeno es relevante la participación de especialistas, además de contar con las tecnologías y equipos adecuados para controlar, modelar o mitigar de manera efectiva el impacto y los posibles eventos asociados.


A esta evaluación integral, se debe sumar un abordaje que incluya a la comunidad. Las experiencias más exitosas en esta materia han sido aquellas en que se trabaja en forma conjunta, creando vías de comunicación expeditas para los comentarios de los vecinos y canales eficientes para gestionarlos. 

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