Se estima una producción potencial al 2030 de cerca de 8,9 millones de toneladas al año, lo que equivale al 48,3% del amoníaco que fue comercializado en el mundo el 2020.
El Programa Energías Renovables y Eficiencia Energética de GIZ desarrolló un estudio sobre la industria del amoníaco, abordando su estado actual y las oportunidades que ofrece para la transición energética, ya sea utilizándolo como combustible o como carrier (transportador) de hidrógeno.
La publicación describe los principales métodos de producción, los países importadores y exportadores, las tecnologías utilizadas para su transporte y almacenamiento, así como las medidas de seguridad para su manejo, la normativa y estándares aplicables a los diferentes elementos de su cadena de valor.
Además, se analizan sus principales desafíos, como las distancias a transitar para llevar el amoniaco verde a los centros de consumo, ya que los lugares en los que se puede producir de forma rentable son aquellos en los que existen abundantes recursos de energía renovable, como en el norte y sur de Chile.
Por otra parte, se proyecta que el hidrógeno verde en Chile podría alcanzar uno de los costos nivelados de producción más competitivos del mundo al 2030. Diversos actores nacionales e internacionales se han fijado en Chile como un polo de desarrollo para sus proyectos, siendo la producción de amoníaco verde uno de los focos principales, ya que el elemento principal para su producción es el hidrógeno verde.
Según las proyecciones y basado en los proyectos anunciados públicamente, para el 2030 se estima un potencial de producción de amoniaco verde de aproximadamente 8,9 millones de toneladas al año , lo que equivale al 48,3% del amoníaco que es comercializado a nivel mundial y al 5% de todo el amoníaco que se produjo en el mundo en 2020.
Ante esto, Rodrigo Vásquez, coordinador ejecutivo del Programa de Energías Renovables de GIZ señala que “el estudio da cuenta que a pesar de que los niveles de producción y exportación de amoníaco verde a futuro suenan prometedores para Chile, se debe avanzar rápidamente en un marco regulatorio específico en concordancia con las normativas de los países receptores del amoniaco, así como también identificar y mitigar los posibles impactos ambientales y sociales asociados a este tipo de proyectos a gran escala, hoy inexistentes en el país”.
El uso de amoníaco verde puede influir de manera importante en la descarbonización de la producción de fertilizantes y otros sectores, así como combustible para el transporte o la producción de energía, ya sea a través de motores de combustión interna, calderas para producir vapor que alimentará posteriormente una turbina, directamente en turbinas, o mediante una celda de combustible.
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