María Trinidad Castro, directora ejecutiva de WEC Chile.
OPINIÓN
“En los próximos años esperamos que Chile siga siendo una nación que inspire y promueva estrategias innovadoras frente al desafío, no solo sobre la electrificación en la historia de la transición energética, sino sobre la descarbonización más profunda de la economía y la sociedad”.
Cuando hablamos de transición energética, muchas veces nos atrapamos en las soluciones, las respuestas rápidas y nos perdemos su significado más profundo.
La transición energética es un proceso permanente que vivimos los seres humanos desde la creación de nuestro planeta Tierra. No es trivial comprender que, para habitarlo, comenzamos utilizando el sol como fuente de energía, lo que nos permitió sobrevivir y que uno de los grandes descubrimientos que modificaron el curso de la humanidad fuera el fuego.
Suena simple, pero la transición energética es el proceso de adaptación constante en busca de nuevas formas de energía que mejoren nuestra vida.
Hoy en día, la transición energética que enfrenta la humanidad requiere del talento de todos y todas. El desafío es enorme. No estamos hablando de cómo encontrar fuentes nuevas, sino de rediseñar nuestro sistema a nivel global para hacer frente a la emergencia climática, los crecientes conflictos geopolíticos y la era post Covid-19, entre otros temas.
Las nuevas y cambiantes tecnologías, la creciente demanda de recursos energéticos en materia de electricidad y combustibles a escala y limpios, imponen urgencia para modificar el modo de hacer las cosas.
Necesitamos humanizar la transición energética en orden de que sea más rápida, justa y de mayor alcance. No se trata solo de tener la tecnología suficiente para enviar a alguien a la Luna, sino de dar los pasos necesarios para que estos planes ambiciosos se hagan realidad.
No podemos evitar pensar en la adaptación al clima, la eliminación del dióxido de carbono y la reparación climática, junto con la reducción de emisiones. No se trata solo de la descarbonización, sino de la descarbonización con resiliencia, accesibilidad y cuidado al medio ambiente.
Chile ha liderado el compromiso mundial en la lucha contra el cambio climático y la creación de una ley de neutralidad climática. Tenemos una fama internacional por nuestras políticas innovadoras, en particular aquellas sobre la regulación del sector eléctrico. Además, contamos con un mercado abierto.
Muchos aprendizajes respecto a las políticas públicas ligadas a las transiciones energéticas de los diferentes países, vienen desde Chile, pero a medida que observamos este proceso, es importante que pensemos cómo descarbonizar no solo el sector eléctrico, sino además otros sectores energéticos del país.
Esto requerirá no solo de energía renovable, sino también materiales y “amigos” de la energía limpia. Hablamos de los materiales críticos cómo el litio, del hidrógeno de bajas emisiones, hablamos de cómo producimos, cómo creamos opciones de almacenamiento, como baterías y combustibles líquidos, y de la gestión de la demanda como recurso.
En los próximos años esperamos que Chile siga siendo una nación que inspire y promueva estrategias innovadoras frente al desafío, no solo sobre la electrificación en la historia de la transición energética, sino sobre la descarbonización más profunda de la economía y la sociedad.
Colaboración de:
María Trinidad Castro
Directora Ejecutiva de WEC Chile
Últimas Publicaciones
Ediciones Especiales