Cuantificar la reciclabilidad del packaging para la toma de decisiones estratégicas es uno de los objetivos de la nueva iniciativa de Copefrut, elaborada en colaboración con el GreenLab del Dictuc de la Universidad Católica de Chile.
Los embalajes sostenibles comienzan a sustituir a los tradicionales, una tendencia que ha ido de la mano con lo que exigen los clientes, y que también ha cobrado fuerza dado el compromiso de empresas de todos los rubros, que actualmente velan tanto por la exigencia de las normas como también para hacer una contribución real y en aras de un propósito corporativo.
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Según la OMS, para que un embalaje sea considerado sostenible debe tener “menor uso de materiales, tan sólo se usa el envase y embalaje imprescindible; menor volumen y peso; menor uso de plástico; ciclo de vida sostenible: desde la fabricación hasta el transporte, pasando por el posterior reciclado, la energía y el agua utilizada; capacidad de reutilización; menor impacto en la salud de los trabajadores; y materiales que no presentan químicos peligrosos para la salud humana y animal”.
El plástico, por ejemplo, es uno de los grandes residuos de la industria hortofrutícola. Aparece en varios procesos dentro de la cadena productiva y, si bien cada vez hay mayores tecnologías destinadas a hacerlo ecoamigable, aún queda camino por recorrer en esa área.
Copefrut, empresa con más de 65 años en el mercado de la producción y exportación de fruta fresca tradicional y orgánica, elaboró un Índice de Reciclabilidad de los Materiales, una medida de la capacidad que tiene el empaque para ser integrado en los flujos de reciclaje.
“Éste cuantifica la reciclabilidad del packaging, considerando no sólo qué tipo de materiales se están usando, sino también cómo afectan los productos (tintas, pegamentos, ceras) que a éste se le aplican y cuál es la probabilidad efectiva de reciclaje en los distintos países a los que los materiales están siendo enviados”, explica Daniela Quiroga, ingeniera de Proyectos de GreenLab de Dictuc, centro de investigación de la Universidad Católica de Chile. Esto último, señala, es de vital importancia, ya que “no sirve de nada que un material sea óptimo para reciclaje si no existen la tecnología y los incentivos necesarios para que éste sea reciclado”.
Copefrut ha sido una de las compañías pioneras en innovar y enfrentar el cambio de paradigma en la industria frutícola. “Entendemos que la Sostenibilidad ya no es una opción, sino que un tema que debemos desarrollar por el bien de nuestros clientes, nuestros colaboradores y el planeta”, manifiesta María José Castillo, gerente de Abastecimiento de la compañía.
En ese sentido, además de las acciones sostenibles actuales, como las bolsas oxobiodegradables, los Bins Macro-Plastic, el Pallet Chep y las cajas y esquineros 100% reciclables, entre otras, este año Copefrut gestionó el embalaje de dos contenedores con bolsas 100% compostables, fabricadas a base de caña de azúcar.
El desarrollo estuvo en manos del proveedor alemán Bio4pack quien, en conjunto con un equipo multidisciplinario de Copefrut, validaron la tecnología para embalar manzanas orgánicas. “Los plásticos con estas características se pueden convertir en abono orgánico también conocido como compost, y su principal característica es que al menos el 90% del material se degrada en un plazo máximo de 6 meses, gestionando así el fin de la vida del producto con un enfoque circular”, explica María José Castillo, de Copefrut.
Esta innovadora apuesta de la empresa, es la primera acción que fue evaluada con el Índice de Reciclabilidad, elaborado con la asesoría del Dictuc. La sustitución de materiales aumentó el índice de reciclabilidad de cada formato individual de venta en un 1,4%, valor que puede repercutir significativamente en la reciclabilidad total de la empresa en tanto que la proporción de ventas en este formato se vaya incrementando.
“Copefrut se está haciendo cargo de hacer un análisis completo, tanto de la reciclabilidad -que por su naturaleza tienen los materiales que están utilizando- como de la existencia de los canales necesarios para el reciclaje de éstos en destino. El uso y análisis de este indicador va a facilitar a la compañía el trabajo de identificar dónde tiene que poner los esfuerzos para mejorar la reciclabilidad de su packaging, aumentando significativamente la probabilidad de que éstos sean reciclados, y acercándose de manera eficiente y eficaz a sus objetivos de sostenibilidad”, indica Daniela Quiroga, de GreenLab del Dictuc.
El índice, al ser a la medida y dinámico en su aplicación, permitirá “evaluar y analizar el porcentaje de reciclabilidad de cada uno de nuestros materiales y así ir tomando decisiones estratégicas que empujen al retail, el mercado y la industria, en función del esfuerzo conjunto con proveedores y clientes”, complementa Castillo.
Cada vez es más indispensable que los embalajes usados en los países exportadores en desarrollo sean compatibles con el medio ambiente y con las exigencias de los clientes. Ante ello, es necesario mantenerse informados sobre las nuevas legislaciones, reglamentos y otras iniciativas relacionadas con los embalajes, pero sobre todo, de la investigación, desarrollo e innovación que hay en la materia. Sólo hay que atreverse al cambio, algo que Copefrut ya inició con su Índice de Reciclabilidad de los Materiales.
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