bombas que arrastran arena o caudales que se agotan a mitad del verano. Y cuando eso ocurre, toda la inversión asociada al riego —desde el sistema eléctrico hasta las plantaciones— queda en riesgo.
“Un estudio hidrogeológico previo puede parecer un costo adicional, pero en realidad es el seguro que sostiene toda la inversión”, señala Mario González, gerente de proyectos de ProAqua Consultores, dedicados al diseño y asesoría de obras subterráneas.
Su equipo desarrolla soluciones que van desde la definición de profundidad y caudal hasta el diseño de entubados, filtros y pruebas de bombeo. “Cuando se hace bien desde el inicio, el pozo entrega estabilidad, reduce mantenciones y prolonga su vida útil”, afirma.
En un contexto de cambio climático, donde la recarga natural de acuíferos se vuelve más incierta y el agua superficial pierde regularidad o calidad, los pozos bien diseñados se convierten en una herramienta de adaptación clave. La planificación técnica permite extraer solo lo necesario, evitar sobreexplotación y mantener un equilibrio entre uso productivo y sostenibilidad ambiental.
“Hemos visto agricultores que, gracias a una buena planificación, lograron asegurar el riego incluso en las temporadas más secas”, comenta González. “Eso demuestra que no se trata solo de tener agua, sino de gestionarla con visión técnica y a largo plazo, dando estabilidad al trabajo de las familias que dependen de él”.
La gestión responsable de los acuíferos es fundamental para reducir riesgos y garantizar su disponibilidad futura. “El agua subterránea responde a los mismos fenómenos climáticos que los ríos, pero con algunos años de retardo. Si la usamos mal, los efectos se sienten cuando ya no hay vuelta atrás”, advierte Antúnez.
En un país que avanza hacia modelos de producción más sostenibles, los pozos planificados con respaldo técnico se consolidan como una fuente segura y eficiente para el riego, equilibrando productividad agrícola, cuidado del agua y resiliencia climática.
