América Latina y el Caribe (ALC) es una región cuyo rasgo principal es la gran riqueza y diversidad en su dotación de recursos energéticos. Nuestros países están comprometidos en transformaciones importantes, con incorporación de energías renovables y nuevos combustibles, en el marco de transiciones energéticas hacia modelos de desarrollo más sustentables.
En este contexto, resulta fundamental potenciar la integración energética que nos brinda la posibilidad de ser más competitivos al generar economías de escala y más atractivos a las inversiones. Por otra parte, la integración es la respuesta apropiada al importante desafío de la seguridad energética de la región.
Estar integrado en redes más amplias, significa tener sistemas eléctricos más robustos, que aseguran el suministro y mejoran la estabilidad de los sistemas eléctricos, contribuyendo de manera más efectiva al combate del cambio climático, si consideramos que las redes interconectadas transportarán mayormente energía producida con fuentes limpias.
Pero la profundización de esta integración debe ser pragmática y gradualista; tomando como base lo ya construido y avanzado en las diferentes subregiones de ALC. La región ha avanzado de manera considerable en integración energética respecto a otros ámbitos de la economía, pero aún falta mucho por recorrer.
La integración energética se ha cimentado en proyectos bilaterales y subregionales. En Centroamérica el 4% de su consumo eléctrico transita por la red integrada. En América del Sur, oscila entre el 5% y 10%, dependiendo si se considera o no, los recursos hídricos compartidos. Sin embargo, a modo de comparación, en la Unión Europea este tránsito representa hoy el 14%. Esto pone en evidencia, que existe un espacio muy importante para seguir profundizando nuestra integración.
“Intercambio energético a través de un tercero, entre países que no necesariamente comparten frontera, o avanzando en armonización
regulatoria en rubros tan cruciales, como la movilidad eléctrica,
certificación de nuevos combustibles, hidrógeno verde, etc.”
¿Cómo avanzamos? ¿Cómo los avances en las subregiones podrían constituirse en una integración regional en ALC?
Somos una región rica y complementaria, mientras existen países con riquezas y capacidad de oferta energética, otras naciones simplemente carecen de estos recursos.
Por otra parte, es necesario ampliar la concepción y modalidades de integración para ampliar nuestros mercados. Por ejemplo, mediante el intercambio energético a través de un tercero, entre países que no necesariamente comparten frontera, o avanzando en armonización regulatoria en rubros tan cruciales, como la movilidad eléctrica, certificación de nuevos combustibles, hidrógeno verde etc.
Hay que construir sobre lo ya avanzado con pragmatismo y realismo. Es mejor avanzar gradualmente, pero con convicción y metas claras. Los beneficios de la integración energética son gigantes para nuestras naciones y sus pueblos, y pueden superar nuestras expectativas más optimistas.
