El hidrógeno verde será el indiscutible combustible del futuro. Su papel en la descarbonización de algunos sectores, como el transporte y la industria, donde la electrificación no es posible, será clave y su demanda se espera que se multiplique al menos por seis en unas pocas décadas.
La producción de hidrógeno verde requerirá de una gran cantidad de energía renovable, y la fotovoltaica será la pieza perfecta para ello. Con la hibridación de plantas fotovoltaicas con plantas de generación de hidrógeno, hibridadas también con plantas eólicas y sistemas de baterías, se podrá producir hidrógeno verde sin necesidad de consumir grandes cantidades de energía de la red y a unos precios muy competitivos. Por su lado, la fotovoltaica y la eólica evitarán desperdiciar energía que no podrían inyectar a la red y mediante un PPA a precio fijo con la planta de hidrógeno podrán asegurarse unos ingresos mínimos.
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Para la optimización y dimensionamiento correcto de instalaciones híbridas de renovables, baterías e hidrógeno son necesarias previsiones de precios de largo plazo con granularidad horaria. Con estas previsiones de precios horarios con un horizonte que cubra la vida útil de la planta, entre veinte y treinta años típicamente, se pueden hacer estimaciones de los ingresos por la venta de la energía y de la capacidad óptima de la instalación teniendo en cuenta tanto la capacidad de evacuación de la planta, la capacidad de almacenamiento, la producción de hidrógeno, así como la generación eólica o fotovoltaica hora a hora.
Uno de los papeles que le tocará jugar al hidrógeno verde en la descarbonización será el de ser una tecnología de almacenamiento estacional de energía. La capacidad que tiene el hidrógeno de poder ser producido a partir de la electrólisis del agua en un electrolizador usando electricidad y después ser usado para producir electricidad en una pila de combustible lo hace una herramienta ideal para almacenar energía en grandes cantidades y por períodos largos de tiempos.
En un mix eléctrico 100%, debe existir la manera de almacenar el exceso de energía renovable producida, por ejemplo, por la fotovoltaica durante el verano, e inyectarla de nuevo en la red en momentos de menor producción renovable y mayor demanda, como en invierno. Las baterías no tienen la capacidad de almacenar la energía por un período tan largo de tiempo. El hidrógeno, aunque tiene sus limitaciones y dificultades, es mucho más adecuado para esta función de almacenamiento estacional.
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