Amoníaco verde: el vector energético que puede formar parte de la revolución del hidrógeno renovable

La revolución del hidrógeno verde, una pieza clave de la transición energética, no implicará solamente al hidrógeno, sino a un conjunto de compuestos y tecnologías capaces de ser vectores energéticos del hidrógeno verde y que hagan posible su uso en todos aquellos procesos a descarbonizar en la industria, el transporte y la economía en general.

Está cada vez más claro que el hidrógeno verde será uno de los pilares imprescindibles que sustentarán la descarbonización total de la economía y, por lo tanto, la transición energética y ecológica global. Al pensar en el hidrógeno verde, es fácil desviar la atención a sus usos como combustible, ya sea para el transporte o para la producción de calor en la industria. Pero puede que no sea exactamente esa la manera en que finalmente se acabe usando el hidrógeno de forma directa.


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El campo de las tecnologías que usan hidrógeno para sustituir a los combustibles fósiles y contaminantes está aún en una fase de temprana de desarrollo, aunque ya existen numerosos proyectos que lo utilizan. Por ejemplo, algunos de los inconvenientes que habrá que solventar son las dificultades para almacenar y transportar el hidrógeno que requiere de altas presiones y muy bajas temperaturas, es muy volátil y se filtra con facilidad por las fisuras más pequeñas.


La revolución del hidrógeno verde no significa que sea siempre el propio hidrógeno el que acabe siendo usado directamente. Más bien se entiende que el hidrógeno, y su producción a partir de energías renovables, será el componente principal de los nuevos vectores energéticos de una economía descarbonizada.


El amoníaco verde


Un vector energético que puede ser parte de la revolución del hidrógeno es el amoníaco (NH3). El amoníaco producido a partir de hidrógeno verde se puede considerar amoníaco verde y su combustión no genera CO2. Si bien la combustión de amoníaco tiene algunos otros inconvenientes como la posible generación de óxidos de nitrógeno, hay técnicas para reducirla, y las ventajas frente al hidrógeno puro son múltiples. Por un lado, su transporte y almacenamiento requieren condiciones menos extremas, y por otro, se puede utilizar para generar electricidad con celdas de combustible similares a las del hidrógeno o quemar en una turbina como el gas.


Más allá del uso del amoníaco verde como vector energético, hay que tener una visión más amplia y pensar que, para la descarbonización completa de la industria, hará falta convertir en “verde” muchos de los compuestos y elementos químicos que son materias primas para la industria y que ahora mismo se generan a partir de combustibles fósiles, como petróleo o gas, o que generan gases de efecto invernadero durante su producción. Compuestos como el propio amoníaco son ampliamente utilizados en la industria química y de fertilizantes.


Fuente: AleaSoft Energy Forecasting

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