Una “oportunidad” corresponde a un momento o circunstancia oportunos o convenientes para algo. Lo “oportuno” se refiere a que algo se hace o sucede en tiempo a propósito y cuando conviene. Entonces resulta de interés entender las circunstancias que nos muestran que Chile está frente a una oportunidad única respecto del desarrollo del H2 verde.
El H2 se denomina verde cuando su generación no emite dióxido de carbono. Para ello se requiere de una fuente de energía limpia, que permita entregar energía eléctrica a un electrolizador, dispositivo que es capaz de separar la molécula de agua en hidrógeno y oxígeno. De hecho, para generar un kg de H2 se requiere en torno a 50 kWh de energía eléctrica y 9 lt de agua.
De aquí surge la primera gran oportunidad para Chile, dado nuestro inmenso potencial de energía renovable de bajo costo (solar, eólico, etc.). Para tener una referencia, el potencial solar del país supera los 1.800 GW, mientras que hoy existe una capacidad total de generación con todas las tecnologías de sólo 25 GW (72 veces).
La tecnología de electrolizadores lleva décadas de desarrollo en el mundo. Sin embargo, Chile no ha jugado un rol relevante en este ámbito. Consecuentemente, desde el punto de vista del desarrollo de equipos electrolizadores, la oportunidad no se aprecia con claridad salvo que identifiquemos innovaciones de nicho adaptadas a las condiciones locales. Una opción puede ser la familia de electrolizadores que trabajan a alta presión y a alta temperatura, aprovechando el potencial de energía hidráulica disponible y nuestra energía solar térmica.
Una vez que se genera, el H2 se convierte en un “portador o vector energético”, que no es una fuente de energía sino un dispositivo de almacenamiento, y que puede ser aplicado a múltiples soluciones innovadoras. Es ahí donde surge la tercera oportunidad para nuestro país. Esta corresponde a desarrollar variadas aplicaciones innovadoras, tales como:
· Combustible sintético para aviones
· Planta de generación de H2 integrada a central hidráulica de embalse
· Electromovilidad industrial con integración de H2
· Electromovilidad en el transporte público
· Electromovilidad acuática, etc.
A partir de un proceso de selección, que permita identificar la contribución para Chile de cada propuesta y sus riesgos asociados, sería factible avanzar con rapidez a través de proyectos demostrativos. Estas serían apuestas en iniciativas de escala real, que permitirían evaluar los posibles impactos, conocer los costos y los coimpactos. Se buscan alianzas público-privadas y con socios internacionales. El Artículo 6 del Acuerdo de París –que establece los mecanismos de cooperación de los distintos países– puede ser una buena base para aquello. De esta forma podríamos contribuir a lo que se ha denominado una reactivación sostenible y resiliente en el escenario de pandemia que estamos viviendo.
