“Se hace indispensable ir adoptando beneficios públicos y privados que permitan a los usuarios optar por estos vehículos (…), definir estándares para evaluar la condición y duración esperada de la batería de los autos eléctricos, impulsar la creación de una red de recarga a nivel nacional, incentivar la transición de flotas e ir planificando la infraestructura vial adecuada para acercar la movilidad eléctrica a las ciudades."
Por Alberto Escobar, gerente de movilidad y políticas públicas de Automóvil Club, director del programa Latin NCAP y Secretario General de la Agrupación Movilidad Eléctrica de Chile
El futuro del transporte será más eléctrico y como sociedad debemos estar preparados para que se materialice de la manera más eficiente posible. Si bien la masificación de los modos de transportes eléctricos en el país (scooters, bicicletas, buses y automóviles) han ido generado una atmósfera de sustentabilidad y de gestión urbana que ha ido en directo beneficio del medioambiente, los usuarios y al desarrollo de las ciudades, Chile tiene que convencerse rápidamente que tiene todas las condiciones para liderar la electromovilidad en la región.
Es cierto que Europa probablemente va a unos siete u ocho años adelante en lo que se refiere a vehículos particulares, pero en lo que se refiere a transporte público, nosotros estamos liderando de una manera muy significativa, muy de vanguardia. Hoy en día, los autos eléctricos conviven en el mundo de las smart cities y desde ese punto de vista, resulta que Chile puede tener un posicionamiento distinto al que lo tuvo hace 100 años, con respecto a los autos tradicionales a combustible fósil. Eso porque nuestro país es el mayor productor de dos de los grandes insumos que tienen las baterías, como son el cobre y el litio, que son claves para el fomento de la movilidad eléctrica.
Tenemos la urgente necesidad de evolucionar y de ir asumiendo el reto de “descarbonizar” nuestro parque automotor para apostar definitivamente por tecnologías con cero emisiones. Para ello, se requiere con urgencia un Estado que sea capaz de generar subsidios o exenciones de impuestos que permitan que esta tecnología sea accesible a la sociedad civil. Cuando se habla de generar incentivos, no sólo significa bajar las barreras de introducción de vehículos cero emisiones, sino que se debe tener una visión más amplia y crear estímulos proporcionales a los niveles de emisión. Se hace indispensable ir adoptando beneficios públicos y privados que permitan a los usuarios optar por estos vehículos, por ejemplo, circular en vías menos congestionadas o poder estacionarse gratuitamente en la ciudad, tal como se ha hecho con éxito en España.
Para el despegue de la electrificación del transporte en Chile también requieren de otros tipos de desafíos que pueden ser asumidos por el sector privado. No sólo se debe ir formando técnicos e ingenieros mecánicos que estén preparados para esta nueva tecnología, sino que también se debe fomentar la investigación y desarrollo de componentes asociados a la electromovilidad, así como promover normas universales de carga de vehículos. De igual forma, se necesita definir estándares para evaluar la condición y duración esperada de la batería de los autos eléctricos, impulsar la creación de una red de recarga a nivel nacional, incentivar la transición de flotas e ir planificando la infraestructura vial adecuada para acercar la movilidad eléctrica a las ciudades.
Debemos comenzar a crear conocimiento, tecnología e innovación de primer nivel que nos permita catapultarnos como uno de los principales actores de la movilidad eléctrica mundial, cuya tarea debe ser promovida tanto por el sector público como privado para llegar así al 2035 con el 40% del parque vehicular eléctrico o al 2040 con el 100% del transporte público con esta tecnología.
Nuestro país perfectamente podría tener una economía de escala que permita, en una primera instancia, fabricar materia prima para las baterías que requieren los vehículos eléctricos y quizás a futuro, hablar de fábricas para este tipo de automóviles. Puede sonar descabellado, pero actualmente ya existen proyectos enfocados al desarrollo de productos con alto valor agregado, como cátodos y celdas de baterías, que se espera que nos posicionen en un ámbito más allá de tan sólo proveer las materias primas.
La movilidad eléctrica es vanguardia y futuro, es eficiencia e innovación, y muchas naciones han decidido apostar por la modernización de sus modos de transportes. Es hora que Chile se suba definitivamente a esta revolución tecnológica y que defina pronto las oportunidades y desafíos reales que nos pueda entregar la electromovilidad.
Alberto Escobar es Licenciado en Antropología y Prehistoria de la Universidad de Chile, Antropólogo Social Máster en Comunicación Estratégica, Universidad de Georgetown, Washington DC, y Máster en Seguridad Vial de la Fundación FIA, Londres. Es el actual gerente de movilidad y políticas públicas de Automóvil Club, director del programa Latin NCAP, Secretario General de la Agrupación Movilidad Eléctrica de Chile y miembro del consejo asesor del Foro Internacional de Transporte para Latinoamérica, perteneciente a la FIA y al ITF.
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