El nuevo impulso que está generando la energía solar en las comunidades indígenas y campesinas del norte de Chile

En la pequeña comunidad aymara de Visviri, en el extremo norte de Chile, los paneles fotovoltaicos impulsaron la producción de fibra de camélidos, en un proyecto en que participan unos 120 habitantes. Con sus conocimientos tradicionales, y la mejora de los procesos que le permitió la energía solar, potenciaron la actividad ganadera y lograron quintuplicar el valor de sus fibras. 

Comunidades de Arica y Parinacota, la región en el extremo norte de Chile, usan la energía solar y se empoderan gracias a proyectos para la cría de camarones y truchas, la producción de hilos de lana de camélidos, de tomates o de quesos, e incluso la venta del excedente fotovoltaico al sistema eléctrico nacional.

Pequeños asentamientos de indígenas y de campesinos del altiplano, la zona costera y la precordillera de Los Andes se organizaron, potenciaron o modificaron su producción y bajaron costos utilizando energía fotovoltaica obtenida de paneles solares, gracias a un proyecto que arrancó en 2015 e invirtió 13,9 millones de dólares en capital humano e implementación.


Se instalaron más de 320 paneles con 100 kW de potencia con el respaldo técnico y financiero de la organización no gubernamental Ayllu Solar y contribuyeron a la mejora productiva de descendientes aymaras y quechuas, además de iluminar los hogares de las familias comuneras beneficiarias.


El proyecto apuntó a crear capital humano avanzado para impulsar el desarrollo sostenible en una región con una de las radiaciones más potentes del planeta y que busca convertirse en epicentro solar de Chile.

“Toda la capacidad de producción de energía eléctrica en Chile alcanza a 28 GW (gigavatios)  y en Arica el potencial solar estimado es de 42 GW. Allá hay suficiente energía para abastecer a todo Chile”, comentó a IPS el director del Centro de Energía de la Universidad de Chile, Rodrigo Palma.


Las comunidades beneficiarias en Arica y Parinacota aglutinan a 1300 personas y el proyecto efectuó 150 talleres para capacitarlas. La región con carácter desértico, pero donde conviven zonas de pampa, costa y altiplano, cuenta con 220 000 habitantes.

En la comuna (municipio) de Camarones, 120 kilómetros al sur de Arica, la capital regional distante de Santiago 2000 kilómetros, se construyó un recinto para cultivar camarones de río y engordar truchas, tratando el agua con radiación solar para limpiar su arsénico mediante fotoquímica.


“Partimos con una planta para cultivar camarones y agregamos una producción permanente con truchas. Hoy tenemos 12 000 truchas con alevines traídos desde Los Andes”, contó Javier Díaz, presidente de la Cooperativa Acuícola Solar (Acuisol), con 24 socios.

“Los camarones los sacamos chiquititos desde el río y los instalaremos en 20 piscinas, mil en cada una. Desde niño quería hacer crianza de este camarón endémico del valle y preciado por su calidad”, explicó orgulloso desde la hacienda de media hectárea donde Acuisol instaló  estanques y piscinas de cultivo.


“Los restaurantes están muy interesados y ya tenemos  contactos con japoneses para exportar truchas y camarones”, comentó.

Ahora buscan recursos para una planta que permita conservar sus productos en frío. “Hemos hecho aportes y muchos no están en condiciones de hacer más”, dijo Díaz.

“Aquí aprovechamos 99,9 % del agua. La tratamos en una planta, la llevamos por un serpentín que aprovecha la radiación y la volvemos al sistema gracias a la energía solar”, relató.


Y anunció nuevos proyectos. “Con las fecas (residuos fecales) haremos nutrientes para cultivar hortalizas hidropónicas. Y queremos hacer pellets (biomasa natural solida), alfalfa y producir miel”, detalló sobre algunos de ellos.


Para Segundo Rafael Centella Sajama, presidente de Comunidad Indígena Aymara La Estrella de Ticnamar, en la precordillera, la energía solar ha sido “fundamental”.

“Tenemos un sol maravilloso que nos provee nuestro Tata Inti (padre sol) prácticamente todo el día”, contó a IPS justo el día en que cumplía 69 años.


“Empezamos con 50 cabras. Hoy tenemos 220, la mayoría nuevas porque nos hemos  dedicado más a reproducir que a la extracción de leche para quesos”, relató.

“Regamos con aspersores y motores eléctricos con cero costo. Tenemos una ordeñadora eléctrica. Antes mis padres ordeñaban cinco cabras y demoraban una hora y media, hoy día en 40 minutos están listas 35 cabras”, siguió detallando desde  La Estrella, situada a 95 kilómetros de Arica.


“Me propusieron poner tres hectáreas de tunas que era un fruto que no necesita mucha agua y ya están plantadas. Pusimos ocho hectáreas de alfalfa y ahora estamos concluyendo cinco hectáreas más”, añadió.

Emocionado, detalló que a su comunidad “empezaron a venir los viejitos, sus  hijos y empezó a repoblarse. Hoy estamos construyendo casas, tenemos agua potable, luz eléctrica, riego tecnificado, estanques y el mejor galpón y la mejor lechería de la precordillera”.


Juan Carlos Cárdenas, presidente de la Asociación Pampa Concordia que reúne a 80 pequeños agricultores en la costa, destaca que el “packing solar” les mejoró de manera que no esperaban su producción de tomates, pepinos, pimientos, tomates cherry y albahaca.

El proyecto comunitario de “packing solar” establecido por Ayllu Solar, incluyó la planificación técnica, el dimensionamiento de la planta fotovoltaica y del espacio requerido, junto con el proceso integral de producción y selección de tomates para comercialización colectiva, respaldada por la nueva energía.


“Decidimos formar una cooperativa y recogimos las proyecciones que tenía la sequía. Un problema era gestionar nuestra comercialización. El packing es una herramienta y tiene certificado y resolución sanitaria. Antes estábamos muy disgregados”, resumió.

“Como cooperativa pudimos convertirnos en proveedores hasta de supermercados”, detalló sobre los logros de AgroConcordia.


Las 80 familias participantes reúnen 350 hectáreas, pero “por la  disponibilidad de agua están en plena producción 120 hectáreas”, detalló sobre uno de los problemas crónicos de los campesinos de la zona: el acceso al recurso hídrico, que se ha agravado por la sequía.

En Visviri, a 130 kilómetros de Arica, la energía solar se usa en un centro de acopio y procesamiento de fibra de camélidos. El proyecto apunta a generar una oportunidad de desarrollo sostenible y participan 120 habitantes de una de las comunas rurales más pobres de Chile: General Lagos, de la que Visviri es su cabeza.


A partir de conocimientos tradicionales aymaras, usando energía solar y mejorando procesos productivos, buscan potenciar la actividad ganadera y su valor cultural. El éxito lo plasma el hecho de que ya lograron quintuplicar el valor de su producto.

En Altos de Azapa hay 41 beneficiarios con la habilitación de un sistema de paneles en red (on-grid) y un programa de gestión de energía. Recuperaron una planta fotovoltaica abandonada, de 50 kWp, instalaron canalización eléctrica y  tramitaron permisos para conectarla a la red usando la Ley de Generación Distribuida (net billing), que permite vender los excedentes de energía solar.


En Caleta Vitor la energía solar se usa para procesar productos de la actividad hortofrutícola de los valles Vitor y Chaca, a los que añaden valor con un procesamiento de deshidratado.


Fuente: IPS


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