Las alternativas que ofrecen las plantas WTE de conversión de residuos y lo que opinan sus detractores

Es prioridad la recuperación y reutilización a través del incentivo de las medidas de reciclaje, pero surge la duda de qué hacer con los materiales denominados “fracción resto domiciliaria” que no son aptos para la reutilización, reciclaje y/o compostaje. 

Por Miriam Valenzuela, Reporte Sostenible.

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A casi cinco años de promulgada la Ley Responsabilidad Extendida del Productor y el Fomento al Reciclaje (REP), que busca disminuir la generación de residuos y fomentar su reutilización, reciclaje y otro tipo de valoración, observamos que el Estado ha comenzado a desarrollar distintas políticas públicas tendientes a promover mejorar los estándares de gestión de los residuos generados por el mercado nacional o producto de la importación. Es de ahí donde surgen, también, la Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos y la Hoja de Ruta de Economía Circular impulsada por el Ministerio del Medio Ambiente. 

Estas políticas públicas que buscan mejorar la gestión de residuos en el país, según datos del Ministerio del Medio Ambiente (MMA), en Chile anualmente se generan 8,1 millones de toneladas de basura domiciliaria y cerca del 96% del total de la generación de residuos termina en los vertederos y rellenos sanitarios.  

Si bien en las principales prioridades de recuperación y reutilización de los materiales se encuentran en la potenciación de las medidas de reciclaje, existe un vacío en torno a qué hacer con los materiales domiciliarios denominados por la Asociación Nacional de la Industria del Reciclaje (ANIR) como “fracción resto domiciliaria”,  que “corresponde a los residuos de origen domiciliario que, dadas sus características, no son aptos para la reutilización, reciclaje y/o compostaje, por lo cual los sistemas de recogida segregada en origen y/o plantas de clasificación deben disponerlos como basura mientras no exista modelos, métodos o tecnologías disponibles para su tratamiento.” Aquí la pregunta entonces ¿qué hacer con estos residuos? 


El caso de los plásticos es bien conocido en nuestro país. Un estudio de la Asociación Gremial de Industriales del Plástico (ASIPLA) reveló que en Chile sólo se recicla el 8,5%, lo que corresponde a 83.679 toneladas de las 990 mil que se consumen anualmente. Esto quiere decir que cerca del 90% de este material va a parar a los vertederos. 

Representación del proceso en una planta WTE con tecnología de gasificación.

En nuestro país el único proyecto que está en carpeta es el desarrollo de una planta a cargo de la empresa chilena de Waste to Energy, WTE Araucanía SpA en la comuna de Lautaro, que tiene como objetivo operar con la basura de Temuco y otras comunas. 

El proyecto que fue aprobado en la licitación por la Municipalidad de Temuco en 2015, y que pretendía solucionar el destino de los residuos sólidos generados por esta ciudad y disminuir los casi cerca de 14 mil millones pesos de pesos anuales que gasta el municipio en transportar los desechos a la ciudad de Los Ángeles. 

 

Actualmente, pese al término de contrato, el proyecto de la planta incineradora de basura para el tratamiento de los residuos en energía continúa en el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA). Al respecto, vecinos y organizaciones medioambientales han tenido voz, así es como, Alejandra Parra, de la Red de Acción por los Derechos Ambientales RADA, miembro de la Alianza Basura Cero Chile en Temuco, declaró en noviembre de 2018 a un medio de comunicación que  “los residuos domiciliarios no son renovables. Hay muchos productos tóxicos que son residuos y que al quemarlos generan emisiones de gases altamente contaminantes que afectarán a las personas y al medioambiente”.  

 

Para Macarena Guajardo, de Fundación Basura, “es fundamental que los gobiernos locales alienten sistemas de separación en origen que nos permitan participar activamente separando nuestros residuos para que luego sean compostados o devueltos al sistema productivo. Si creemos que somos un país desarrollado debemos aplicar sistemas que nos den oportunidad de crear comunidades pensantes, conscientes y comprometidas, que además reconozcan a los recicladores, y no creer que la basura se hace humo", explicó al mismo medio. 

 

Al respecto, Marc Thiele, gerente del proyecto WTE Araucanía indica que “existe un consenso generalizado en el mundo que el WTE cuenta con los límites normativos más exigentes y restrictivos de todo el sector industrial, haciendo que estas sean las instalaciones más limpias que existen” y aclara que la contaminación generada por estas plantas ha ido disminuyendo sosteniblemente desde los años 80, un ejemplo claro es el hecho que las emisiones de dioxina que actualmente representan menos del 1% de las emisiones. “Si uno compara las emisiones de dioxina de una planta WTE y las dioxinas contenidas en el humo de una estufa a leña, según la EPA, se puede ver que, en el caso de una planta con una capacidad de 200 mil toneladas anuales, como por ejemplo la planta que se encuentra en tramitación en la Araucanía, emite menos dioxinas que una sola casa con estufa a leña”, agrega.

Representación del proceso en una planta WTE con tecnología de incineración con recuperación deenergía.

Experiencia internacional

 

En la actualidad, una de las tecnologías más usadas en la Unión Europea y Estados Unidos para la reducción de residuos “fracción resto” es el Waste to Energy (WTE), término muy amplio que abarca una extensa gama de tecnologías de diferentes escalas y complejidad como la incineración, coprocesamiento, digestión anaeróbica, recolección de gases de vertedero, pirólisis, gasificación, entre otras. Para cada una de estas tecnologías se aplican diferentes tratamientos, procesos y manejos según el flujo de residuos, las características, necesidades y requerimiento específico.

Una planta WTE, dependiendo de la tecnología utilizada y el tipo de residuo, realiza un tratamiento térmico, termoquímico o biológico de los residuos domésticos y similares que quedan después del proceso de clasificación de los residuos mediante reciclaje y reutilización. Este proceso se puede simplificar en 4 grandes etapas: el tratamiento de los residuos, la recuperación de energía, la limpieza de gases y finalmente la utilización de la energía. 


La energía de estas plantas es principalmente en forma de calor, electricidad o agua caliente, y son capaces de generar determinados productos derivados del procesamiento de los residuos como gas, electricidad, vapor, syngas, carbón vegetal, hidrógeno, entre otros. Durante este proceso de reducción de residuos “fracción resto”, se emiten al ambiente gases contaminantes en baja concentración, como dioxinas, material particulado y metales pesados. 


De acuerdo con un estudio realizado por Price Waterhouse Coopers (PWC) el año 2020 para la Federación Europea de Gestión de Residuos y Servicios Ambientales (FEAD), indicó que bajo un análisis e interpretación legal del Reglamento de Taxonomía con respecto a la cuestión de si la incineración de residuos para valorización energética (WTE), cumpliendo los criterios de eficiencia energética R1 para la Unión Europea, indica que puede ser considerada una actividad económica ambientalmente sostenible. 

Y es que debemos mirar la experiencia internacional, ya que es ahí donde podemos ver las actuales plantas de WTE funcionando, y es unos de los principales motores de la reutilización de residuos. Al respecto, el presidente de la FEAD, Peter Kurth, ha destacado que “al desviar los residuos no reciclables de los vertederos, garantizar su tratamiento ecológico y evitar el uso de combustibles fósiles, la conversión de residuos en energía (según los criterios R1) es una actividad clave para un mayor reciclaje y ahorro de emisiones de CO2. El análisis jurídico está en consonancia con los hechos”.


Esta tecnología no está exenta de críticas, y en ese sentido podemos hablar de caso de Suecia, que recicla cerca del 99% de su basura y que incluso puede importar basura de otras naciones como Italia, Noruega e Irlanda. Lo que desincentiva la cultura del consumo responsable y que minimiza el estímulo para reciclar “parte de los problemas que generan los incineradores en las ciudades es que nos desconectamos del problema de los residuos, y al mismo tiempo de las verdaderas soluciones de largo plazo a las que tenemos que abocarnos”, “la incineración de residuos emite sustancias tóxicas al aire, al agua y el suelo. Eso no está en discusión, claramente varían según el tipo de incinerador con que nos encontremos, sus filtros, la capacidad de monitoreo y fiscalización de los países, pero en todos hay emisiones”, dice Magdalena Donoso, coordinadora para América Latina de la Alianza Global para Alternativas a la Incineración (GAIA). 


Efectivamente existen consideraciones a favor y en contra del uso de este tipo de tecnologías, y una no menos importante tiene que ver con el costo de instalación y mantención de este tipo de plantas. Según un informe de Elaboración y análisis Discovery & Watch 2020, a partir de múltiples fuentes, el mercado WTE térmico con incineración está restringido por el alto costo de los incineradores y la disminución de los precios de la energía, lo cual sumado a una baja en el volumen necesario de residuos podría dificultar la cobertura de los costos de operación. Varios países europeos y Japón planean centrarse más en el reciclaje, lo que ahorra más energía y, por lo tanto, restringe el mercado WTE. Consideran altos costos de inversiones de capital que crean beneficios (CAPEX) y costo permanente para el funcionamiento de un producto (OPEX); altas barreras sociales a la “quema de residuos”; el reciclaje disminuye el volumen de residuos disponibles como materia prima y que asegura la sostenibilidad económica. 


Sin duda, la tecnología de conversión de residuos en energía (WTE) está evolucionando en sus procesos y de manera innovadora está haciendo que estas plantas sean más eficientes energéticamente, reduciendo la huella de carbono que a menudo se asocia con la quema de residuos. Es así como se observa un amplio desarrollo de tecnologías ambientales habilitadoras para la mitigación de emisiones de Gases de Efecto Invernadero y eliminación de diferentes contaminantes, como limpieza de gases de combustión, precipitadores electrostáticos, manejo de cenizas, control de mercurio, control de furanos, control de dioxinas, control de Nox y material particulado entre otras. Así también, se identifican nuevas tecnologías alternativas de interés como, por ejemplo: celdas de combustible biológico, celdas de electrólisis microbiana, procesos fotobiológicos, depolimerización térmica, carbonización y la licuefacción hidrotermal.

Es así como un Informe del Centro Internacional de Tecnología Ambiental de la ONU revela que la valorización, o Waste to Energy, ha logrado reducir las emisiones de gases de efecto invernadero al sustituir el deshecho en vertederos convencionales y la quema abierta de residuos. El estudio muestra cómo “el aire emitido por ciertas chimeneas de conversión de desechos en energía puede ser más limpio que el aire que ingresa” e indica “que los beneficios climáticos de la conversión de residuos en energía van incluso más allá de los de las energías renovables”. 


Puedes revisar el informe aquí.​​​​​​​

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